Cuestionarse cómo y por qué pasan las cosas, de las más comunes y sencillas, como por qué vuela un avión de papel o por qué se nos pega la cortina de la ducha a las piernas cuando abrimos el grifo, a las más rebuscadas y complejas, como por qué llamamos estrellas a las estrellas si sabemos que son esféricas, o si podrían los fantasmas atravesar las paredes, es un hecho propio de la especie humana. No hay preguntas estúpidas, quizás puedan ser ingenuas o estar mal planteadas, pero todas ellas responden al mismo objetivo de comprender el mundo que nos rodea. Preguntarse cosas es el camino para conocer el mundo que nos rodea.