Cumpliendo la palabra que dio a una joven y a su madre, quienes le pidieron hace años que escribiera sobre la violencia de género, el autor realizó un serio trabajo de investigación, visitando a los responsables en la materia: policía nacional, guardia civil, sanitarios, trabajadores sociales, psicólogos, instituto de la mujer, abogados, equipos de valoración, subdelegación del gobierno y ¿cómo no?, se entrevistó con mujeres afectadas a fin de conseguir una perspectiva global.
En una novela que huye de los fríos y especializados protocolos, de una manera inédita se refleja el escaparate que ofrecen las instituciones como respuesta social a esta lacra y el contraste de la realidad relatada por boca de las víctimas.
La aceptación de su primera novela, también de tinte social, animó al autor a enviar el antiguo borrador, con el convencimiento que haría reflexionar, y que sería posible que sirviese para modificar algunos errores en beneficios de unas víctimas que, desgraciadamente, no pararán de engrosar frías cifras estadísticas.