El comisario Thomas Lynley ha abandonado la policía. Pero el crimen le perseguirá allí a donde vaya.
Thomas Lynley ya no es comisario de la policía de Londres. Tras el brutal asesinato de su mujer embarazada, no
había ninguna razón para permanecer en la ciudad y en su puesto. Es por eso que decide volver a los parajes de
su infancia e intentar recuperarse allí del golpe que acaba de recibir. Sin embargo, parece que no va a resultar
nada fácil alejarse del crimen. Mientras se encuentra haciendo trekking por los campos de Cornualles, se tropieza
con el cadáver del joven Santo Kerne, quien aparentemente se despeñó de un acantilado. Aunque en seguida se hace
obvio que alguien manipuló el equipo de alpinismo del chico, Lynley decide investigar por su cuenta y no comparte
toda la información que cae en sus manos con la verdadera encargada del caso: la subinspectora Bea Hannaford, una
policía capaz y resolutiva, pero algo malcarada. Lo que sí hace es llamar a su antigua compañera Barbara Havers
para pedirle ayuda. Havers que tiene órdenes de asistir a la subinspectora y de conseguir que Lynley reanude su
actividad como detective en Londres, se dirigirá a Cornualles donde parece que hay una inacabable retahíla de
sospechosos de haber podido matar a Kerne: amantes despechadas, padres decepcionados, surfistas expertos, antiguos
compañeros de colegio y una madre demente. Cada uno de ellos tiene un secreto que guardar y por el que merece
la pena mentir en incluso matar.