En la Italia renacentista, fracturada por enfrentamientos y luchas fraticidas entre nobles linajes, Rodrigo Borgia, un miembro de familia aristocrática valenciana ascendió a la más alta dignidad eclesiástica, convirtiéndose en el Papa Alejandro VI.
La historia de su ascenso y la búsqueda permanente por perpetuar el poder alcanzado lo llevó a no desechar medios, por bajos y faltos de ética que éstos fuesen, convirtiendo a los Borgia en una poderosa estirpe, que unida por estrechos vínculos de sangre, contaría con el incesto y el asesinato como una de sus características más sombrías.