Invitado por el Colegio de Arquitectos de Cataluña en el invierno de 1951, el arquitecto finlandés Alvar Aalto visitó las ciudades de Barcelona y de Madrid, aprovechando para conocer y dibujar la geografía española. Para la historia de la arquitectura española este viaje significó a la vez una confirmación y el banderazo de salida de una nueva manera de entender la profesión.