Es excepcional en la Historia Naval del mundo que un gran
marino destaque igualmente al mando de buques tan
distintos como galeones y galeras, en escenarios tan disímiles
como el Mediterráneo y el Atlántico y contra enemigos tan
variados como temibles. No lo es menos que brille igualmente
como gran táctico y como gran estratega, como vencedor en
batallas puramente navales y en operaciones anfibias, tan eficaz
como subordinado y como jefe supremo, aparte de que fuera
excelente diplomático y se preocupara del último de sus
subordinados, hasta merecer el título de "padre de los soldados"
que le dedicó Cervantes. Álvaro de Bazán reunió todas estas
virtudes, por eso consideramos que su figura no tiene
paralelos en la Historia.
El ascenso del Imperio español le debió mucho a Bazán:
desde el freno a los corsarios franceses a la salvación de
Malta; desde la decisiva victoria en Lepanto a la anexión de
Portugal, que convirtió a España en el mayor imperio
oceánico que haya existido. El lector podrá comprobar
cómo de no haber sido por él hasta la triunfante España
del siglo XVI podría haber cosechado fracasos.