En precisos versos cortos, como piedras para saltar sobre el río donde Carón maneja su barca, Claribel convoca y se confronta con su amor siempre vivo. Su imaginación, a ratos alucinante, evoca un Dante femenino y tropical. Este poema único y extenso, es un viaje anticipado a la iluminación donde se interroga la existencia, las máscaras y la inocencia de los juegos infantiles.