El periodismo es una rama menor de la filosofía, de eso que etimológicamente se conoce como amor a la sabiduría. Algunos privilegiados superan ese escalón primero, alimentado por la curiosidad, e inevitablemente superficial desde los tiempos de Mariano José de Larra, y conquistan la aureola de maestros en esa aventura permanente de intentar explicar lo que nos pasa. Antonio Fontán Pérez fue uno de esos seres distinguidos con el secreto de aprender permanentemente y de contar lo que sabía de manera clara, precisa y eficaz. Al final de su vida pasó por la política y se convirtió en uno de los artífices de la Transición, que, como Presidente del Senado, estampó su firma, junto a la del Rey y la del Presidente de Las Cortes, en el ejemplar de la Constitución de 1978, que devolvía a los españoles la libertad política y los encaminaba a un futuro mejor. Pero, antes, Fontán había hecho algunas otras cosas. Entre otras, ser catedrático de Universidad y periodista de extraordinaria ejecutoria, como director del inolvidado Diario Madrid, que saltó por los aires después de un cierre intempestivo que se convirtió en metáfora de las dificultades de la prensa durante el franquismo.
Este libro no es una biografía convencional ni un pormenorizado y minucioso relato de la vida de aquel sevillano que ganó una cátedra de latín a los 26 años, editó y dirigió diversas publicaciones a lo largo de su vida y fundó, junto a Joaquín Garrigues, un partido político que se sumó a la corriente liberal que alimentó un periodo decisivo de la historia de España. Este libro trata de acercarse a lo que hizo, a esos tres aspectos, tan vigorosos, de la trayectoria de Antonio Fontán: periodismo, latín y todo lo demás. Todo lo demás es esa permanente atención a lo que pasaba a su alrededor, esa tarea ejemplar de enseñar y contar.