El escriptor del The New Yorker, A. J. Liebling, recuerda su aprendizaje parisino en el delicado arte de comer.
Ningúnautor ha escrito con más entusiasmo sobre la comida que A. J.Liebling. Apetito por París (1962), el último libro del granescritor neoyorquino, es un sugerente relato de su éducationsentimentale en la cocina francesa entre los años 1926 y 1927,cuando personajes de la talla de Ernest Hemingway y Gertrude Steinforjaron su leyenda en los cafés parisinos. Lo que debía ser un viajede estudios se convirtió al poco en un mero pretexto para dejarlo todo y ponerse a lo que verdaderamente importaba: el fino arte del comer.Los restaurantes cercanos a la riba del Sena se convirtieron en suhogar parisino, los perfumados vinos de mesa en sus constantescompañeros, la rica cocina francesa en toda una prueba de suformidable apetito.
Con prólogo de JamesSalter.
«Una memoria de París que se lee con verdaderadelectación.» The New Yorker
«El buen vino y la buenaliteratura son cuestiones indisociables, y este libro es una pruebairrefutable de ell