Durante años, las apelaciones a la ignorancia, la necedad y la superstición han servido de coartada para encubrir menosprecios raciales, estamentales o de género cada vez que se ha abordado la diversidad cultural de la época colonial. Uno de los cometidos de la presente investigación ha consistido en demostrar que en ambos lados del Atlántico prosperó una misma cultura que en oposición a la Reforma reclamó como suya la cosmovisión medieval geocéntrica-escolástica que interpretaba el universo a través de la Teoría de las Esferas, con las previsibles consecuencias de atraso y oscurantismo en la ciencia, el conocimiento, la medicina y la ortodoxia religiosa. Aquella cultura era el barroco hispánico y sus dogmas así como sus reverberaciones cosmogónicas eran compartidos por la élite y la plebe, las colonias y la metrópoli, los eruditos y los ignaros, los clérigos y los seglares, configurando así un imaginario que entronizó una lectura simbólica del mundo dentro de una estructura mental esferológica que a su vez le servía de sistema inmunológico.
Fernando Iwasaki (Conclusiones)