Este libro quiere ser una evocación, por escasa que resulte, de la Sevilla que conocí, en los años de mis estudios de Derecho en su Universidad. Cómo era la Sevilla que vi de 1953 a 1958. Antes, de niño, había estado en dos ocasiones en Sevilla. Después, muchas veces. Suena a nostalgia y lo es. Pero no se olvide que la nostalgia es, a su manera, una contribución a la historia. Esto es una pequeñahistoria. La historia se hace de esos minúsculos mosaicos. Cuando se recrea un tiempo de una ciudad en la que se ha vivido, no se trata de aspirar a una imposible vuelta atrás. Pero sí de ver modos devida de aquel tiempo que podrían ser recuperados y convivir con los adelantos técnicos que han venido después, no siempre sin inconvenientes. También en Sevilla el uso desproporcionado del móvil ha hecho que se pierda algo de aquella convivencia campechana y directa que entonces se podía experimentar con solo subirse a un tranvía o entrar en un bar.