Si es difícil seleccionarse uno mismo, más difícil es, supongo, que la selección de un lector de nuestras cosas coincida con la propia. Pero en esto ocurre en cierto modo como con la imagen que tenemos de nosotros mismos y la que nos devuelven los demás. Espejos vivientes, como el de Blancanieves, pero no competitivos como aquél, nos dicen algo que sin su mirada no hubiéramos alcanzado a saber. Ésta es la selección de un poeta, un lector experto y un amigo, hecha con una generosidad y comprensión que a uno le asombran y conmueven; una invitación delicada y sabia al cuarto de palabras que uno se ha ido construyendo para vivir en él.