"En este nuevo libro, Beatriz Cazurro nos hace reflexionar sobre cómo la forma en la que dejamos de comunicarnos con nuestros hijos tiene que ver con vínculos emocionales que no pueden verse y que nos condicionan, con lo apresurado de ciertos diagnósticos psicológicos, así como con la singularidad de la sintomatología que cada cual desarrolla en el tiempo con relación a lo que ha vivido.