Un jardín maléfico circunda una casona en la que el tiempo salta, abrupto, desde la ordenada linealidad de los relojes para lanzarse a la ferocidad del desconcierto. Habitan este enclave elementos como el laberinto, el doble, la espectral línea entre la vida y la muerte. Los collages de Alejandra Acosta intensifican los contrastes y resaltan la decadencia del esplendor victoriano.