Austria presenta una acusada diversidad regional, pese a que ya no es el núcleo de un imperio plurinacional. Las influencias húngaras al este, eslovenas e italianas al sur, alemanas y checas al norte hablan por sí solas de la diversidad austriaca en pleno corazón de Europa. Fuera de Viena, el país es mayoritariamente rural, apegado a las costumbres y valores tradicionales. Austria es un país muy conservador y el pueblo, especialmente en las zonas católicas, es muy devoto (diez fiestas nacionales son festividades de origen religioso).
Es lógico que los paisajes austriacos hayan servido de fuente de inspiración a muchos compositores (Mahler, Bruckner, Strauss, Schubert, sin olvidar a Rogers y Hammerstein, de Sonrisas y lágrimas). Salzburgo es la tierra natal de Mozart y sede de un prestigioso festival musical anual. No hay que preocuparse si no consiguen entradas, ya que hay docenas de actuaciones musicales a lo largo y ancho del país en algunos casos en espectaculares escenarios naturales como Bregenz, a orillas del Bodensee.
Un prejuicio muy extendido es que Austria está tan apegada a las tradiciones y los valores del pasado imperial que no deja espacio a la juventud y la modernidad. Nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, en Graz, la segunda ciudad del país, una de cada seis personas es estudiante; eso influye en que se celebre aquí el " Otoño de Estiria " , uno de los festivales de arte contemporáneo más importantes de Europa.
Austria atrae aficionados a los deportes de todo el mundo. La calidad de las instalaciones y la hospitalidad la convierten en destino preferido por los aficionados a los deportes de invierno, mientras que en verano se pueden practicar el alpinismo o el rafting.
Enseguida llama la atención la acusada personalidad de cada una de las nueve provincias de Austria. Es precisamente esa variedad lo que hace tan especial a Austria: un país, muchas facetas.