Hay que aprovechar ocasiones como la actual para preguntarnos si podemos hacerlo mejor. Es muy útil analizar los factores que contribuyen al éxito o al fracaso de una organización, de un país o de una persona, porque las diferencias no suelen ser fruto del azar, sino de lo que se hace y de lo que no se hace.
A lo largo de la historia, hay documentadas muchas crisis económicas importantes. Las más conocidas son la de los tulipanes holandeses del siglo xvii, la del crack de 1929 y, más recientemente, la crisis puntocom del 2000, la inmobiliaria y financiera de 2008 y la del coronavirus de 2020. A pesar de que cada crisis es diferente, hay algunos patrones que se repiten, sobre todo en las fases posteriores al momento en que estallan. Por ello, cuando estamos inmersos en una crisis se proponen medidas como estas:
AHORA (no mañana) rescatar personas, empresas y sectores más afectados y vulnerables. Esto significa otorgar subvenciones a fondo perdido, así como préstamos rápidos a devolver en varios años, sin coste o con coste muy bajo, y sin burocracia.
APOSTAR por las personas, implicarlas y dar confianza.
ALEJARSE de los catastrofistas, pues no nos aportarán nada bueno, nos harán perder concentración y nos despistarán.
APUNTALAR la caja y el margen en las empresas.
APROVECHAR oportunidades (nuevas necesidades, nuevos canales de venta...).
AYUDAR a todos los que podamos.
APRENDER de los errores y cuidar la sanidad y la ciencia, luchar contra la pobreza y cuidar el planeta.
La botella medio llena expone lecciones que podemos aprender de las personas, organizaciones y países que avanzan. El objetivo es la generación de bienestar, tanto en años de crisis como en años de crecimiento económico. Se trata de construir un mundo que valga la pena y que sea mejor que el que nos hemos encontrado.