La Guerra Civil española fue un desastre humano, y no sólo por la cifra de muertos, no menos de ochocientos mil, sino por los trescientos mil españoles que se exiliaron de manera casi definitiva y los ochocientos mil que cada año eran enviados a cárceles y campos de concentración.
Esas cifras fueron todavía más terribles porque entre las víctimas se contaba lo mejor de la juventud española: los efectivos más valerosos y prometedores, que se vieron comprometidos en buscar, por sendas apocalípticas, un futuro distinto para su patria. Las nuevas generaciones tienen derecho a que los posos de aquellas miserias garanticen la cordura y la concordia entre todos los españoles. Y a ese objetivo están dedicadas las páginas de este libro.