De entre todos los animales que viven en su granja, Rafael siente una especial debilidad por Cortavientos, un potro con mucho carácter. Y es que este caballo, tan inteligente como caprichoso, no hace más que meterse en líos. El padre de Rafael está tan harto del potro, que le ha dado un ultimatúm a su hijo: o endereza a Cortavientos, o lo vende para que hagan albóndigas con él.