Bajo cubierta marsellesa, náutica e inmortal de nuestro común amigoBernard Plossu, lo que el lector tiene entre sus manos es unasugerente colección de treinta y seis instantáneas fotográficas, todas ellas en blanco y negro, y de la autoría de un escogido ramillete deartistas de la cámara, reunidas (a modo de museo imaginario) yanalizadas por Fernando Castillo, historiador, escritor y tintinólogo, ocasional practicante también del arte de la fotografía, y del de los pinceles. A la vista de este personalísimo repaso a los frutos de unarte cuya aparición a comienzos del siglo XIX revolucionó todos losdemás, pensamos en aquello de Godard de que hay que meterlo todo enuna película. Pese a que sólo se trata de una selección breve, elmadrileño ha metido en este libro, en apretada síntesis, todo o casitodo lo que le gusta, las ciudades y los agentes dobles, los añososcuros y los días luminosos, los carteles y las passantes, los neones y la arquitectura funcionalista, los submarinos y los cafés...Desfilan por sus páginas fotografías realizadas a lo largo del siglopasado por Rodchenko, August Sander, Germaine Krull (v