«Tolerancia frente a intolerancia, libertad frente a tutela, humanismo frente a fanatismo, individualismo frente a mecanización, conciencia frente a violencia... Todos estos nombres expresan una opción que en última instancia es la más personal y la más íntima, la que para todo individuo resulta de mayor importancia: lo humano o lo político, la ética o la razón, el individuo o la comunidad.» Con estas palabras sella Stefan Zweig uno de sus libros más sugestivos e inquietantes, Castellio contra Calvino, revisión histórica de una controversia que trasciende las circunstancias de una época-las de un siglo XVI dominado por tensiones teológicas y abusos de poder que cristalizan en el asesinato de Servet-para convertirse en el planteamiento de una cuestión genérica y constitutivamente humana: la defensa de la libertad espiritual frente a la violencia ejercida desde el poder.