Metafóricamente, en este libro, Rocío Biedma inspira las circunstancias de sus sentimientos en fases de un cerezo, un árbol precioso, femenino y fuerte, cuyas flores son efímeras como este amor sentido, pero que su periodo natural le permite rendir cuentas de sus estaciones, ciclo que también existe cuando un amor empieza, crece, madura y muere con la esperanza de que después nazca un brote con el que, a pesar de las muchas desilusiones y empeños, podrá haber también Cerezas en invierno. (José María Lopera)