Toto Murube no había tenido suerte en la vida; de condición
humilde, no pudo estudiar, ni siquiera había aprendido a leer.
Quizás por eso Toto Murube era un mendigo más, vagando
en la gran ciudad. Alguna noche, mientras dormía en el suelo
del cajero de un banco, soñaba que su suerte cambiaría y que
llegaría a comerse el mundo. Qué ingenuo, ¿verdad? Aunque
a veces, la realidad supera hasta los mismísimos sueños.