¿Y si el consumo de marihuana no tuviera nada que ver con unapredisposición psicológica individual, como algunos todavía creen, nimucho menos con algún problema psíquico, y fuera simplemente elresultado de un aprendizaje grupal, social? Esto es lo que viene adecirnos Howard Becker, sociólogo y músico de jazz, el primerestudioso que ya en los años cincuenta habló del uso recreativo de lamarihuana cuando todos se referían al consumo como abuso. Lassensaciones producidas por esta droga, nos revela, no son automática o forzosamente placenteras. El gusto por la experiencia se adquiere enla interacción con otros, y en ese sentido no es diferente del gustopor las ostras o el whisky: personas más experimentadas orientan yayudan a interpretar los primeros efectos, para que no genereninquietud o alarma en el novato.
El consumidorestá mareado y tiene mucha sed, siente un hormigueo en el cuerocabelludo, calcula mal el tiempo y las distancias. ¿Se trata de cosasagradables? No lo sabe del todo. Si va a seguir fumando, tiene quedecidir que sí lo son. De lo contrario, tener un viaje se convertiráen algo