«Necesitamos a Latour, por tanto, no porque necesitemos la filosofía, sino porque necesitamos una filosofía como la practicaba él: una filosofía empírica, esto es, preocupada por lo que pasa en el mundo. En un mundo que en realidad existe, de triángulos perfectos y números imaginarios, pero también de niños de pecho, semáforos y garrapatas». ¿Por qué necesitamos a Bruno Latour? En un momento en que los desafíos ecológicos parecen poner en cuestión la existencia misma del futuro necesitamos imaginar un horizonte esperanzador y componer un mundo en común en el que las relaciones entre humanos y no humanos sean de otra manera. Bruno Latour dedicó gran parte de su vida a estudiar cómo eran esas relaciones con los colectivos de no humanos y cómo estos, pese a lo que nos empeñábamos en creer, tenían un gran peso en nuestra vida. Estudioso de la ciencia, apasionado de la política, los últimos años de su vida los dedicó a hacer frente a la gran amenaza que nos toca abordar: la irrupción de Gaia. La aparición de un gran agente no humano que responde a nuestra agresión, pero sin prestar importancia a nuestra e