En el principio fue el nombre, el barrio de Once, el conventillorepleto de historias, la voz proliferante de la abuela analfabeta y de la madre ansiosa que enseña a estudiar para el diez. En ese pasadohay tangos, radioteatros, libros prohibidos, maestras que maltratan,corazones vencidos. Hay una niña freak y proletaria que conoce bienlas tretas para evitar el terror de leer en público. Así la autorapersigue los traumas, alumbra las peripecias de un cuerpo en susmarchas y desvíos por el camino de las redacciones, la política y elfeminismo. Hasta encontrar la propia voz, hasta dejar caer todas lasmáscaras que encubren los nombres