Cuatro jóvenes españoles (uno de ellos, el narrador, de origen argelino) viajan un verano hasta el sur de Francia para ganar algo de dinero en la vendimia, pero finalmente, después de una serie de peripecias tan patéticas como divertidas, acaban empleándose como temporeros en una de esas empresas biotecnológicas que explotan desde hace décadas el mundo agrario y que, según ciertas teorías, acabarán por arruinarlo del todo.
Alta y Baja Cultura, Bolaño y el punk, filosofía y terror, crítica social sin maniqueísmos
Un sinfín de sonidos y conceptos resuenan en estas páginas unas veces apocalípticas (como en Soylent Green, aquella película de ciencia ficción de Richard Fleischer y Charlton Heston) y otras falsamente ingenuas. Una combinación tan poderosa como arriesgada que, sin embargo, logra hacer visible la amenaza que ocultan algunas capas de la realidad. «Lo real es un territorio salvaje, una selva o un desierto, un lugar del que no se puede hacer un mapa», escribe el propio autor.