En la vida de Ruth no hay sitio para nadie mas
de hecho, ni siquiera hay sitio para ella misma. Cuida su casa, a sus hermanos (aunque son ya adultos) y a su padre (que no tiene muy buena cabeza). Trabaja en un centro de día para mayores donde no sólo hace su trabajo sino también el de la arpía de su jefa
para conseguirlo regula sus días de horarios imposibles controlando exactamente cada segundo aprovechable. Su única vía de escape son las escasas reuniones con sus amigas
y pasar algún sábado que otro con un amigo especial que le hace hermosos diseños de interiores.
La vida de Marcos es un cúmulo de experiencias y viajes. Imprevisible, impaciente y visceral hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere (así le va). Tras pasar varios años en todos los rincones de Estados Unidos, y de parte del mundo, decide volver a su país natal, España y asentarse. La falta de previsión, y sobre todo la comodidad, se confabulan para que acabe viviendo en la casa de su madre, una mujer obsesionada por las telenovelas, que vive por y para la ficción.
De niños eran los mejores amigos y los más fieros enemigos. Pero el destino los separó, para años después volver a juntarlos. Un día agradable se convirtió en una noche de pasión que finalizó en una discusión que los separó y cambió la vida de ambos.
Ahora vuelven a encontrarse, todo sigue igual y a la vez todo ha cambiado