En estos relatos, Quiroga se maneja con absoluta maestría en el terreno de la narración de terror (no en vano se lo compara con Poe y Maupassant), y nos ofrece uno de los máximos exponentes del modernismo latinoamericano. Es, también, la obra más personal de alguien cuya trágica existencia estuvo marcada tanto por el amor como por la locura y la muerte.