Hasta el siglo XIX el latín conservó su condición de lengua culta, la que debía dominar cualquier persona que quisiera considerarse instruida. Los clásicos romanos, por su parte, eran el referente literario por excelencia, los que imponían el canon. El mundo del Derecho ha conservado muchísimas expresiones latinas, y mal abogado es aquel que no engasta una sentencia o, al menos, una expresión latina en sus documentos de acusación o defensa. La Iglesia, además, lo conserva como su lengua oficial; por ello lo es de la Ciudad del Vaticano. Al parecer, cuando el Papa Wojtyla visitó Madrid departió con el entonces alcalde Tierno Galván en la lengua de Virgilio.