Obra del francés Edmond Rostand, extraña, magistral y a la vez íntima y efectista. La tensión sostenida de fuertes pasiones y elegantes juegos verbales, no decae un momento y arrastra al lector, cada vez que este singular espadachín, culto, cínico y tierno aparece y esconde tras sus bravatas su desesperado amor por Roxana.