«Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo». La primera línea de El proceso anuncia un universo arbitrario, enigmático y atroz. Atribuye al poder un aura de impenetrabilidad, de fuerza imprevisible.
Sin embargo, no hay nada de impredecible en el sistema judicial ni en la policía. La intervención del poder en la vida cotidiana no es ininteligible sino todo lo contrario. De hecho, hay que estudiarlo, comprenderlo, anticiparlo, combatirlo? Debemos desconfiar de Kafka.