"«Desde que sufrí un brote psicótico y me ingresaron dos semanas en un hospital psiquiátrico por escuchar voces que no podía controlar, presto una atención milimétrica a cualquier cosa que suceda dentro de mi cabeza. Cuando empezaba a salir del fondo del pozo en el que estuve, lo único que me importaba era descubrir qué podía hacer para recuperarme y estar bien. Pero cuando lo conseguí, mientras todo el mundo se alegraba, me di cuenta de que, en realidad, la movida no era volver a estar de pie. La verdadera movida era no volver a caerme. Y como desde que logré rehacerme no he vuelto a tener ninguna caída seria, he pensado que igual te interesaba saber qué carajo estoy haciendo para mantenerme.