La mejor lección espiritual de Juan XXIII, un Papa inolvidablemente bondadoso, es la evocación de su vida tal como resulta de su «Diario del alma», documento excepcionalmente auténtico. Hay una razón importante y fundamental: el lector capta rápidamente que, bajo pensamientos tan henchidos de serenidad espiritual, sigue latiendo el alma de un Papa cuyo recuerdo permanece vivo.
Esta obra es una clara muestra de la simplicidad evangélica que quiso poner en práctica Juan XXIII en todos los ámbitos.