Gustave Flaubert exclamaba en febrero de 1869: «Releo en este momento Don Quijote. íQué libro gigantesco. ¿Lo hay más hermoso?». Las aventuras de don Quijote y de Sancho Panza se han consolidado desde hace siglos como un libro clásico, un libro que ha de ser leído como quien se acerca a un oráculo, con cierta amargura en la boca, según diría Nietzsche en 1887: «Hoy leemos el Don Quijote con un amargo sabor en la boca, casi como una tortura, pero a su autor y a los contemporáneos del mismo les pareceríamos con ello muy extraños, muy oscuros; con la mejor conciencia ellos lo leían como el más divertido de los libros y se reían con él casi hasta morir». Don Quijote es, sin duda, el gran clásico de la literatura española, el más universal de los textos escritos en español. Pero, sobre todo, es una novela, una historia de divertidas aventuras que se entrelazan con ingeniosos discursos y relatos que lo convierten en uno de los mejores libros de caballerías jamás escritos.