He aqui un personaje admirable al que la historia de la Iglesia no ha prestado aún la justa atención que merecen su generosidad e impulso tanto en la vida en soledad como en la vida de entrega a la caridad. Cristobal se sabe llamado a aliviar la situación de extrema miseria en que se encontraba gran parte del mundo de la mujer y organiza la Congregación y el Hospital de Jesús Nazareno poniendo en marcha una asistencia que se llena de virtud y ejemplaridad. El mejor de los prodigios de la vida de este hombre fue la sencillez con que hizo eficaz el gran precepto del amor. Esta biografía -escrita con buen garbo narrativo por el periodista E.T. Gil de Muro- es un buen homenaje a la memoria imperecedera de este siervo de Dios.