Decía Kafka que la literatura es un reloj que adelanta. Eclipse rojo plantea el panorama de España una vez se cierre el ciclo histórico actual. Tras las próximas elecciones, en las que se juega quien organiza los próximos 30 años, la disyuntiva restauración o ruptura se resolverá. Los personajes de esta novela, que apuestan por el proceso constituyente de un nuevo país, no terminan de acertar a la hora de concretar el instrumento que lo puede hacer posible: la unidad popular. Los personajes fundamentales, ficticios, son los que crean el terreno y el tono donde se mueven los personajes reales, desde Pablo Iglesias a Cayo Lara, desde Alberto Garzón a Julio Anguita. Hay otro personaje que le da cuerda a ese reloj que adelanta: Manuel Monereo. Y presidiéndolo todo, el eclipse. Es decir, la ruptura, consciente o no, con la ola de indignación que supuso el 15M, y el alejamiento de los combates de clase y la movilización social. De pronto todo se ha estancado. La partida se juega en el terreno electoral. Alguien ha apagado las luces. Ya lo advirtió en su momento Antonioni, el sabio de los eclipses: "Sol negro de nuestra cultura. En el fondo, y más allá del acontecer diario de los personajes ficticios o reales (este libro más que una crónica es una novela: solo la literatura es capaz de explicar la complejidad de lo que está sucediendo), la partida de fondo que se juega es la desaparición de la izquierda transformadora en España.