A Javier sus amigos no le causan más que problemas: en clase se gana unas orejas de burro y una bronca del profesor por algo que no ha hecho y, además, están pensando en celebrar su paso a la adolescencia con un rito: desafiar la corriente del río tirándose a él desde un puente; después de este baño, dicen, ya podrán hacer cosas de mayores, como fumar o gustarle a las chicas. Javier, apodado Midas por el asunto de las orejas de burro, no se decide a formar parte de ello, y todos piensan que es un cobarde. Para encontrar su valor el niño decide cortar un trozo de corteza del árbol de San Bartolomé, pues su madre le ha contado que antiguamente se llevaba allí a los niños que tenían miedo para hacerles un amuleto. Mientras, sus amigos han iniciado el ritual, y, uno de ellos, Isidro, sufre un accidente y está a punto de ahogarse; Javier lo salva y se convierte en un héroe, demostrando a todos que no sólo es el más valiente, sino también el más cauto. Así encuentra su valor y también el anillo del Abad del Monasterio de Leire, que había sido perdido entre la corriente del río.