Aunque a veces no lo parezca, el tiempo pasa. En muchas ocasiones, demasiado deprisa. Tanto como para que, cuando te quieres dar cuenta, hayas dejado pasar los mejores años de tu vida, sin aprovecharlos, sin sentirte realizado. Este el sentimiento que abordó al Sr. M. la mañana del día de su 10º aniversario de casado.
El tiempo ha seguido su curso y el opaco cristal de la rutina le fue enajenando de sus emociones. Pero un día lluvioso y gris, tras una laboriosa jornada de trabajo gris, regresando a su hogar, se encontró un sombrero. En ese momento, sin saber porque, el Sr. M. se sintió dueño de su destino. Decidió, convertido en otro hombre, amo y señor de su nueva personalidad, que se lo pondría y que nunca jamás se lo quitaría.
Evidentemente, nadie comprendió esta osadía...