Uno de los más grandes enigmas literarios de Japón, desconocido en Occidente. «Kawasaki no envejece» (Kenzaburo Oe). Por vez primera se traduce la obra de Chotaro Kawasaki, exponente fundamental de la «novela del yo» y uno de los escritores más personales del siglo XX nipón, celebrado por sus contemporáneos tanto como por las generaciones recientes de narradores japoneses. Autor involuntariamente periférico, Kawasaki se exilió de las avenidas principales de la literatura de su país para vivir cuarenta años en una chabola de la pequeña ciudad portuaria de Odawara, donde escribió la práctica totalidad de su obra, a la luz de una vela y sirviéndose de una caja de mandarinas a modo de escritorio. Ex-trañamente vigente y jovial para el lector contemporáneo, Kawasaki celebra con estupor la morosa verdad de su vida insignificante. En sus páginas, dedicadas a desnudar sus intrincadas y casi siempre amargas relaciones con el breve mundo que lo rodea, rememora el fallecimiento de sus padres, que aún lo atormenta; cons-tata su propia decrepitud física, sin dejar de sentirse agradecido hacia la vida y ha-cia cuanto le r