Mientras Sherwood intenta no morir en su propia casa -que se ha convertido en un peligro en ausencia de su ama de llaves-, les cuenta a los seguidores de su blog un nuevo caso. Un buen día alguien roba unos diamantes propiedad de un millonario. Este le encarga la investigación a Sherwood, quien no tarda en descubrir
que todo conduce a una fábrica de jabón. Nuestro supercerebro empieza a frotarse las manos (y el Doctor Watson las patitas), pues no hay nada que le guste más que un caso enrevesado. ¡Y este es de los mejores!