Cualquier persona que contemple hoy día un cuadro del Greco es capaz de reconocer en sus obras un estilo único. Fue un niño que miraba ensimismado las pinturas que adornaban las iglesias de su ciudad y con los años llegó a ser un auténtico artista. Él mismo se consideró siempre un genio y actuaba como tal tanto en su profesión de pintor como en su vida diaria, desarrollando a su manera un mundo artístico muy personal. Con el tiempo, fue asimilando los detalles que le gustaban de todo lo que veía a a su alrededor: primero los iconos bizantinos, luego del Renacimiento italiano y por último de su vida en Toledo, hasta crear un estilo pictórico propio y reconocible más de cuatro siglos después