Jossi Ornstein era un gran mago, y Jacob lo sabía. Solo tenían que confiar en su magia. Cuando él llegó al campo de concentración, las cosas empezaron a cambiar. Cada logro se convertía en una sonrisa y eso muchas veces alimentaba más que la propia comida. El día del gran espectáculo los niños del coro con su director al frente lograron el bien más preciado.