Una fría noche de invierno, la paz de Maine se ve perturbada por dos
hechos en principio inconexos: un sangriento tiroteo durante el cobro de un
rescate y el suicidio de una anciana en pleno bosque. Contra todo pronóstico,
todas las pistas apuntan a un mismo hombre. Y Charlie Parker, a quien ya
conocimos en Todo lo que muere, deberá actuar con rapidez porque los
acontecimientos se suceden a un ritmo vertiginoso, los cadáveres se multiplican
y la violencia se extiende como un rastro de sangre por los bosques nevados de
Maine. Con esta segunda novela, John Connolly se consagra como un maestro del
género negro.