Las tres santas corrientes de la modernidad (metaliteratura, autoficción y non fiction) convergen en El raro crimen de Rambal. Se trata de una novela o reportaje, donde todas las verdades son ficción y las mentiras casi prospectivas, planes de futuro que corrieron la fortuna de hacerse reales, junto a esa resistencia en los márgenes sociales, propia del bohemio o inadaptado, tan característica de Diego Medrano. Rambal, personaje popular en los ambientes lumpen de Gijón, travestido e insolente, descarado y ángel custodio de mil y una desgracias ajenas, es la excusa para explicar otra literatura cercana a la creación como luz de vela, libre y salvaje, siempre susceptible de apagarse en nuestra sociedad cada vez más bárbara e idiotizada.