El propio autor, Juan Galera, afirma que el proceso de su aprendizaje como ser humano pasa por un largo período de abogado criminalista hasta que consigue la licenciatura de Filosofía Pura, y confirma que, ya de niño, él era filósofo. Así se define ahora en tanto que creador de una nueva filosofía, cuyo punto de arranque se da en la crisis, y que la denomina la filosofía del siglo XXI.
En la presente novela filosófica, intenta demostrar que la verdadera crisis es la del lenguaje en Occidente, y propone rescatar la esencia de las palabras y su actualización. Sin ello, no podremos salir de la crisis económica, justifica el autor.
Al mismo tiempo el hilo conductor, de una inclinación a la belleza en las tierras desérticas almerienses y en la mujer, traba hechos reales con otros soñados, y muestra que el lenguaje de la ciencia ?prostituida a la tecnología? ya es insuficiente en el origen del Tercer Milenio; y apuesta por un lenguaje más santo (más sabio) y un cierto regreso a lo rural y a la verdadera inteligencia del ser humano, que no siempre se identifica con los estudios universitarios.
Además, la presente obra es una condensación de la sabiduría máxima y principal que ha podido recabar el autor y que ha sido interpretada mediante sus ?lentes? actuales.
El motivo que le llevó a escribir lo que Juan Galera considera la obra primera del pensamiento nuevo del siglo XXI, fue la importancia de la coincidencia de un conjunto de hechos que siempre, como tal coincidencia ?en este caso excesiva? demuestran una realidad, una señal, que la ciencia no comporte como conocimiento, pero que el autor justifica como crítica al pensamiento falsamente científico, que ha acabado con el desarrollo del pensamiento humano, y, sobre todo, mediante la técnica, con el del menor de edad, introducido en un mundo falso, cual es el de las pantallas electrónicas. Así puede indicarse una idea clarificadora que consta en el relato, cual es que ??el hombre desesperado, cambiaba su estado de ánimo. Ya estaba. Ya todo había comenzado a moverse. Ya no paraba. Ya no había crisis bajo el sol. El lenguaje había cambiado el estado de ánimo o la enfermedad inducida a modo de alguien que se cree enfermo sin estarlo?? .