La fascinante persecución a los asesinos de Julio César.
Muchos hombres acabaron con la vida de Julio César, pero solo uno daría caza a los asesinos. A partir de la primavera del 44áa.?C., el hijo adoptivo de César, el futuro emperador Augusto, se cobraría su terrible venganza: estaba decidido a acabar con los asesinos de los idus de marzo; y no solo con Bruto y Casio, sino con todos y cada uno de los diecinueve hombres que habían conspirado contra el dictador.
Tras más de una década de violenta persecución a través de varios continentes, el último de los conspiradores en morir fue Casio de Parma, un poeta, dramaturgo y marinero casi desconocido que luchó en todos los bandos durante las guerras civiles que asolaron a la moribunda República, salvo en el ganador. Durante catorce años, los asesinos de César trataron de escapar a los cazadores enviados por Octaviano, pero, uno por uno, fueron cayendo hasta que solo Casio permaneció en pie. Su apasionante huida, que hasta ahora no ha sido más que una nota a pie de página en los anales, se