Érase una vez un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio, en un pisito común, con una hipoteca de por vida. Nada fuera de lo normal. Salvo por una afición de juventud, quizás una obsesión: el estudio del sistema reproductivo de las hormigas de cabeza roja, afición ésta a la que no se podía dedicar por falta de tiempo y que con el paso de los años resultaría ser... ¡una bomba de relojería!