El elefante está triste. Se ha quedado en la sombra, y no habla ni se relaciona con nadie. Los demás animales intentan animarlo. Entonces, un pequeño ratón se acerca casi sin aliento y se sienta junto al elefante. Solo quiere descansar. Así que los dos se quedan en silencio. Más tarde, el ratón le cuenta su historia, lloran y, finalmente, más aliviados, marchan en busca de la casa del ratón.