Verhaeren martillaba y refinaba sus versos apasionadamente, y sus correcciones revelan su incoercible voluntad de lograr la perfección.Su ejemplo me enseñó que la verdadera libertad no reside en el goce ni en la exaltación de los deseos, sino en esa jovial falta de anhelos que reconoce en el mero hecho de la libertad la realización suprema.