La desahogada posición económica de la joven Emma Woodhouse la libera de la necesidad de pensar en su
futuro y de la urgencia de conseguir un marido, por lo que decide poner su inteligencia al servicio de los demás e
intenta propiciar las relaciones sentimentales que ella juzga más apropiadas en cada caso. Sin embargo, su filantrópica
actitud puede provocar que no analice todas las cosas con la claridad que merecen y que cometa algún que otro error de
apreciación.